Mi experiencia de workation en Pichilemu

Computadora sobre mesa en una terraza en Pichilemu con vista al mar
Esta era la vista desde la terraza del hostal. En las noches y muy temprano en la mañana trabajé desde acá. Foto: Andrea Miliani

Como freelancer a veces olvido que puedo hacer más paseos y tener más aventuras de las que en verdad hago. A veces, cumplo los mismos horarios y salgo a las mismas horas que las demás personas que trabajan en oficinas tradicionales. ¡Qué horror! Aunque reconozco que la rutina también tiene su encanto.

Cuando esto pasa por mucho tiempo, intento salir de esa zona de confort y aprovecho de hacer algo que quiero y que no se sale de mi presupuesto. Puede ser ir a un parque en la mañana o ir al cine un miércoles a las 2:00pm, pero esta vez quería viajar, aunque fuera solo un par de días. Tenía tiempo diciendo que quería conocer Pichilemu, la capital del surf en Chile y dije: ¡¿por qué no?!

Saqué algunas cuentas, me di cuenta de que podía hacer el viaje en autobús. Desde Santiago son solo 3 horas y calculé el precio de hostales —nada lujoso— y me pareció una opción viable. Además, una amiga, Nadia, tenía unos días de vacaciones y quiso ir conmigo: era el destino.

Mi amiga Nadia y yo en la playa
Mi amiga Nadia y yo en Pichilemu

 ¡La experiencia de workation en Pichilemu superó todas mis expectativas! 

Recomendadísimo para los freelancers o nómadas digitales en Chile que quieran:

  • Aprender a surfear o practicar surf.
  • Disfrutar atardeceres espectaculares.
  • Meditar en la playa.
  • Escaparse de la ciudad un rato.
Mujer con brazos extendidos frente al mar al atardecer
Si buscas un viaje épico, este puede ser un destino perfecto. Foto: Nadia Camacho.

¿Trabajar en la mañana y surfear en la tarde? ¡Lo hice en Pichilemu!

Pichilemu: Un destino mágico

Antes del viaje por supuesto me preparé: adelanté todo el trabajo que pude y organicé todo con planes B y C. La llegada a Pichilemu fue sencilla, elegí un hostal perfecto —en una zona céntrica, con wifi y cerca del mar, a solo 400 metros— el Löf Pichilemu. Con cuarto y baño privado. ¿Qué más se puede pedir? 

La ciudad es muy pequeña, tiene cerca de 12.000 habitantes, y no tiene grandes edificios ni atracciones. Sin embargo, desde que comienzas a recorrer sus calles, te llenas de buena energía, ves el hermoso cliché de surfistas corriendo con sus tablas, artesanías, y cafés y restaurantes maravillosos. 

Surfista caminando en la playa con su tabla en Pichilemu
Surfista en el atardecer en Punta de Lobos, Pichilemu. Foto: Andrea Miliani

La ciudad 

Sentí que las personas que viven en Pichilemu se esfuerzan por ofrecer espacios únicos y productos originales. Comimos empanadas fritas deliciosas —con muchísimo queso—, solo recomiendo comer pocas porque llenan un montón. Fuimos a un café bellísimo, El Cardón, cerca de la avenida Ortuzar donde también hay otros locales que se ven increíbles. 

Mesa con vista al Océano Pacífico
Tuvimos la mejor mesa en el restaurante La Sal. Foto: Andrea Miliani

El restaurante más bonito en el que he comido en mi vida está en esta ciudad, se llama La Sal. Como se salía de mi presupuesto, optamos por compartir platos y como fuimos un día de semana —ventaja de ser freelance—, tuvimos la mejor mesa: con vista panorámica al océano pacífico. ¡Una experiencia única y recomendadísima! Además la comida y el servicio fueron muy buenos. 

Comida del restaurante La Sal en Pichilemu
Uno de los platos que pedimos en el restaurante. Foto: Andrea Miliani

Conocimos las plazas principales, pasamos por el Centro Cultural Ross y conversamos con varios locales. Tuvimos la oportunidad de conocer a un freelancer belga que vive en esta ciudad, Philip Muller, y nos contó su increíble historia de vida y su conexión con Chile y esta capital del surf.

Entrevistando a Philip Muller. Foto: Nadia Camacho

Puedes leer la entrevista completa a este freelancer que ha recorrido el mundo y ha obtenido reconocimientos internacionales aquí.

Las playas

Por supuesto, lo más espectacular de Pichilemu son las playas —aunque el agua es helada y lo advierto como buena caribeña—. Los atardeceres y las vistas son asombrosas. Es realmente impresionante recorrer la costa y apreciar el arte y el talento de la naturaleza.

Freelancer sobre una roca frente al Océano Pacífico
Una freelancer entregada al océano Pacífico. Foto: Nadia Camacho

Vimos el amanecer y meditamos en la Playa Principal —una experiencia relajante y hermosa—, recorrimos la costa hasta Infiernillo, donde se puede sentir la fuerza de las olas. Muchas zonas no son aptas para el baño.

También estuvimos en la famosa Punta de Lobos, nos bañamos en una playa cercana a las formaciones rocosas peculiares que están allí y —de nuevo, como era día de semana y temporada baja— tuvimos la playa prácticamente para nosotras solas. Bailamos frente al mar y disfrutamos plenamente la tarde. Este fue uno de mis momentos favoritos (¡en la vida!).

Nadia y Andrea en la playa
Selfie: Nadia y Andrea felices

Es emocionante ver a los surfistas enfrentarse a las olas y deslizarse sobre ellas. El atardecer en Punta de Lobos es una experiencia inolvidable y, aunque puede hacer un poco de frío, en la cima hay algunos locales donde puedes comprar chocolate caliente.

Trabajar y surfear

Soy ansiosa así que este viaje también implicó buenas dosis de estrés. Tenía que escribir noticias para el portal de viajes para el que trabajo y además estaba haciendo una colaboración para Vogue. Tuve que responder correos y hasta hacer una entrevista en Santiago justo antes de tomar el bus a Pichilemu. 

Viajar y trabajar no es fácil, pero cuando tienes internet estable —y suficientes megas de respaldo en el teléfono para usarlo como hotspot en caso de emergencia—, los problemas se pueden solucionar fácilmente. 

Trabajando desde la sala común del Hostel Lof antes de salir. Foto: Nadia Camacho

Aprendí que cuando te motiva mucho hacer turismo, procrastinas menos y hasta puedes ser más eficiente que en casa. Nadia sugirió que tomáramos clases de surf. Yo no estaba muy convencida al principio, pero acepté y ha sido una de las mejores decisiones de mi vida.

El día en el que teníamos la clase de surf en la Escuela de Surf Pichilemu, logré escribir las noticias que tenía que entregar —en tiempo récord y sin errores— para liberarme de las responsabilidades laborales más urgentes y enfocarme en no morir ahogada.

trabajando en la mañana desde el hostal
Afinando los últimos detalles de una entrega, más dormida que despierta. Foto: Nadia Camacho

Logré pararme en la tabla, pero no hay fotos

Fue maravilloso. El entrenador nos dio tablas de paddle para que se nos hiciera más fácil la experiencia y se aseguró de que nos divirtiéramos y tuviéramos un día inolvidable.

¡Listas para surfear!

Durante casi dos horas —el tiempo pasó volando— estuvimos  persiguiendo olas y logramos pararnos en la tabla VARIAS VECES. No solamente disfruté estar 100% presente, sin ver el teléfono, sin tomar fotos, sintiendo el agua y la fuerza de las olas, sino que además me sentí muy bien conmigo misma porque hice algo que jamás pensé que sería capaz de hacer. 

Surfear te permite estar conectado con el mar, el momento y las personas que te rodean.

Chica con tabla de paddle
Yo con la tabla gigante de paddel. Nivel de felicidad: máxima. Foto: Nadia Camacho

Abrirse a lo inesperado

Como freelance tienes la oportunidad de experimentar cosas nuevas, en baja temporada, en horarios poco comunes, hacer cosas que no todos pueden hacer y conectar con personas especiales. Aunque, por supuesto, también tiene sus desventajas. 

En el hostal, tuve que perderme un par de noches de “fiesta” y de conversaciones interesantes con otros huéspedes geniales que Nadia sí pudo disfrutar y yo no porque tenía que trabajar o simplemente estaba ya demasiado agotada con el turismo y las tareas laborales. ¿Igual vale la pena? ¡Totalmente!

Dos mujeres sobre un puente en el salar de Cáhuil
Yo con la tabla gigante de paddel. Nivel de felicidad: máxima. Foto: Nadia Camacho

En el hostal hicimos un gran amigo que el último día nos llevó en su auto a conocer los Salares de Cáhuil, pueblitos cercanos y playas espectacuares. Aprovechamos cada minuto al máximo.

Pichilemu tiene mucho para ofrecer y creo que es un destino perfecto, especialmente si ya eres freelancer en Chile o si estás pasando una temporada como nómada digital.

Viendo el atardecer con mi chocolate caliente
Nunca olvidaré los atardeceres de Punta de Lobos. Foto: Nadia Camacho


Andrea Miliani
Andrea Miliani

Periodista digital, traductora, escritora. En este blog redacto notas sobre mi estilo de vida como freelancer, noticias y consejos.

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2 comentarios

  1. Muy interesante tu artículo y de verdad, tengo que ir a conocer esa playa por todo lo que leí, y aprovechando que también trabajo remoto y me puedo llevar la laptop a donde sea. Anotado para hacerlo pronto!. Saludos Andrea 🤗

    • ¡Muchas gracias por leerme, Juan Carlos! Sí, hay que salir de la rutina y aprovechar las ventajas de ser freelance. ¡Mucho éxito en tu aventura!

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